Con este calor, de vez en cuando apetece tomarse un helado para refrescarse. Pero, ¿realmente es buena idea?
Como con casi todos los productos alimentarios, comer un helado tiene sus pros y sus contras. Dependiendo de las cantidades ingeridas o del tipo de producto consumido, el impacto sobre nuestra salud será más o menos positivo.
Tipos de helados
Hay muchas variaciones en el tema de los helados, y por lo tanto merece la pena diferenciar los distintos tipos de productos que te puedes encontrar en el mercado.
El helado clásico contiene un porcentaje importante de grasa láctea, incluso parte de grasas saturadas, y también una cantidad significante de azúcar. Para las personas intolerantes a la lactosa, existen variantes a base de soya o equivalentes, que también llevan grasa y azúcares.
El sorbete se elabora con zumo de frutas (a veces puré de frutas), y no tiene grasas, aunque suele contener mucho azúcar.
El yogur helado, que se ha puesto muy de moda últimamente, no es realmente yogur helado la mayoría de las veces, ya que contiene mucha más grasa y azúcares que los yogures tradicionales, además de un menor número de bacterias lácteas.
Para todos estos productos, existen variaciones sin azúcar (con edulcorantes) y, lo que es más importante, grandes diferencias en la elaboración, según se trate de un helado artesano o de un helado industrial.
Beneficios de los helados
Sin duda la principal virtud del helado es que es un producto refrescante, aunque esto no sea una característica medible en términos de salud alimentaria, sí que tiene un impacto notable en el bienestar, al tratarse de un momento placentero.
Además, algunos helados pueden aportar parte de los ingredientes necesarios en una alimentación equilibrada, especialmente grasas y carbohidratos, además de algunos productos contenidos en la leche (calcio, vitaminas). Sin embargo esta aportación varía mucho según los productos. Algunos helados industriales contienen muy pocos de los elementos más sanos de la leche, ya que han sido enriquecidos en grasa y azúcares.
Inconvenientes
Como hemos visto antes, los helados contienen muchos lípidos y carbohidratos, con la excepción de los sorbetes que no tienen grasas pero sí muchos azúcares. Por lo tanto son alimentos con una aportación calórica muy alta, y hay que consumirles con moderación. Por ejemplo, una porción de helado puede fácilmente contener la cantidad de grasa recomendada diaria.
Además, hay mucha diferencia entre los productos. Los helados industriales suelen incluir mucho aire, por lo que no dan mucha sensación de saciedad, e incitan a querer comer más, lo que implica un riesgo de comer más azúcares. Los helados artesanos contienen menos aire pero bastantes grasas, algunas de las cuales saturadas. Una de las soluciones para comer helados algo más sanos es optar por aquellos a base de vegetales, como la soya, que por lo general suelen menos dulces.
De todos modos, un consejo importante es fijarse sobre la etiqueta de información nutricional, y mirar con detalle datos como la aportación energética y las materias primas usadas. Cuanto más corta sea la lista de ingredientes, mejor, especialmente si los sabores vienen de productos naturales y no de aditivos. Por lo general, los helados artesanos suelen ser más recomendables, pero eso no impide que haya que mirar con detalle su composición.
En definitiva, un helado puede ser un excelente alimento, siempre que se consuma con moderación y tras informarse correctamente de lo que contiene.
Tomado de: Blogdebienestar.com